miércoles, 7 de mayo de 2008

Laberinto

He vuelto a ver como la espiral de la vida se anudaba a mi cuello. A veces pienso que es la única manera de volver a ser feliz en la ausencia.

Se presentan a ti mi, casi a diario, muestras de que no tengo nada en común con el resto. No persigo sus mismos fines, no ansío sus deseos, y mucho menos sus logros.

Sin temor a equivocarme se que mi origen está muy lejos de aquí. Les veo reir o llorar y no entiendo sus emociones, será porque veo en ello una actuación más que cualquier otra cosa. Hasta el apuntador se mofa de mis pensamientos.

Parece mentira, yo que oí brotar el agua de las entrañas de las rocas, que vi morir al Sol tras mis montañas azules, que encontré la verdad en los labios de una ola. Yo, que miré a la Luna y se giró para sonreirme. Ahora me veo buscando el candando del viejo baúl para encerrar bajo llave el futuro y no permitir que jamás se haga presente. Pequeño consuelo saber que no marchitaré mis deseos aunque nunca los vaya a tener posados sobre las manos.

No veo salida que no pase por aparcar el autobus en el bosque de los sueños.