Panfilo Benito, albañil de profesión y poeta en sus ratos muertos, ¿he dicho “muertos”?, descanse en paz Don Pánfilo Benito Malpartida, rey de reyes a la hora de la siesta.
De la TeC y de la MeC
-- Una de cal y otra de mero --
Lugar de encuentro entre historias y relatos de viejos cuentos perdidos en la isla del olvido
Panfilo Benito, albañil de profesión y poeta en sus ratos muertos, ¿he dicho “muertos”?, descanse en paz Don Pánfilo Benito Malpartida, rey de reyes a la hora de la siesta.
De la TeC y de la MeC
-- Una de cal y otra de mero --
Nunca fui el Sol de Enero, ni tampoco fui recordado ni olvidado, ni siquiera olvidado.
Veo el día amanecer tras la ventana de podredumbre que ilumina mi celda y ya no se si puedo sentir más pena, no lo sé.
Miro al frente y no veo nada, no veo a nadie. Tengo enredado mi sueño entre la mirada y el pensamiento y no dejo de volar, no puedo hacer otra cosa si no quiero perderme entre la espesa bruma que avanza sin pausa.
Sin voz, a que alta instancia me puedo ya quejar donde no haya reclamado por vía ordinaria. No me quedan recursos, siento que me falta el aire, siento presión en el pecho, posiblemente esto sea el final.
Niego la evidencia hasta la tortura. Seguramente se puede estar peor, pero eso es otra historia y esto son historias mías.
Siempre la misma traición.
Y se pensaba el ausente
que el ahora escribiente,
por tonto que pareciera,
no podría descubrir
entre las letras malditas
la verdad que hay escondida
en los silencios buscados
por los eternos villanos.
En las eternas sonrisas
afiladas y postizas.
El parecer escuchar
si sólo se quiere hablar.
Centro del universo
queja y pena, más miedo.
Eterno Sol de la Pampa,
asco me da el pensar
por mi qué no hará Satán,
si el morador del cielo
me trata así del mal.
Y yo aquí sentando, esperando,
a que venga la vil agonía
a reírse en mis narices
y a contar historias mías,
cuando narradas están
las mil y una heridas
que lograron alcanzar
a mi corazón inerte
en el valle de los sueños,
allá donde las ilusiones
se hacen eco de las pasiones
que envuelve hoy la soledad
del viejo desván de emociones
y que llenan mi despertar
de rocío rojo sangre,
de dolor y de amargura,
me escuecen las herraduras
de volver a tropezar
con la misma puta piedra
que alguien puso en mi mesa
una mañana secreta
del año del fin del mundo
cuando firmé mi destino
y empecé a morir de frío
en la jaula de los lobos
donde yacen los escombros,
donde me ahogo en el lodo
lúgubre y desalmado,
infierno quizás mal llamado,
pero sin dudar jamás
que en estás viejas hogueras
se apago mi despertar.
Nunca tan larga espera
llevó a morir de desidia.
Nunca tan larga espera
llevó a penar en silencio.
Nunca tan larga espera
dejó a sin pena ni gloria,
al juglar de la memoria,
jugar con palabras vacías
y rezar al amanecer
por ver llover en desierto.
Locura sin igual, osadía,
eterno baile de necios
infinito vals de mentiras
que me esperas en silencio
a que clave la rodilla
a orilla del mar Muerto.
Espera de pie, te digo,
pues podré morir de viejo
pero no venderé mi pellejo
a la hipocrita cobardía
que me ofreces en silencio.
Elijo cara, lo siento..
Cuando aún los párpados de los mentirosos yacen cerrados, el viejo aventurero clava sus manos en la mesa del sufrimiento y comienza a relatar viejas leyendas perdidas ya en el olvido de tiempos hoy tan lejanos.
Oigo alzarse la luz y veo como el ruido se apodera de Amarga. Rutina, espiral de la locura que envuelve cada amanecer en la butaca olvidada del viejo teatro, vacío, donde represento cada mañana mis peores pesadillas.
Tengo morando en mi pecho el dolor del desprecio y el absurdo. Tengo anclada en mi vientre la daga de los siete hijos de la luz, que tras su última batalla, y una vez derrotado el maligno, la cubrieron de sal y la enterraron en el pozo del olvido.
Hoy, sin ir más lejos, hoy, porque no hay día más cerca, hoy me quemaré los ojos con las sucias necedades y llenaré de barro mis oídos con el eterno rumor de la corte de bufones.
Huele a mojado el silencio,
amargos saben tus labios,
rozo el suelo con los dedos,
pues el cielo está tan lejano
que en el hogar de los tuertos
el ciego siempre será el amo.
Fuerte palabra para hablar de lo que siento en este instante, no encontré ninguna palabra mejor para con cuatro letras decir todo y no dejarme nada en la recámara.
El regreso de la serpiente y el baile de los lobos alrededor del fuego de la mentira me lleva a negar la evidencia: todo esto es un asco.
Se que la influencia de la envidia pasajera enloquece mi cordura. Traicionera verdad que nunca quiero aceptar.
Si todo es mentira, para que sufrir por nada. Y mientras tanto, el camino se emborracha de lodo y apenas puedo ya caminar. Sufro cuando no veo el mar, y el brillo de la sal sobre los brotes de las pequeñas olas que llegan a morir a mis pies, de dónde habrán partido y qué méritos habrán hecho para acabar así.
Suerte perruna al cuadrado, quién quiere esta suerte pudiendo tener desgracia.
Asco.
Y lo vi venir, acercándose con sigilo, a lo largo de los años. Me fueron ahogando para que dejará de luchar, para que dejará de opinar. Ahora ya sólo protesto al viento y sólo me escuchan los cristales y ladrillos, aunque me aguantan los míos, no se si por mucho tiempo.
Reclamo al mundo libre que despierte de su adormecimiento inducido, no se puede sobrevivir siempre inmerso en ensoñaciones producidas por la locuaz estrategia de guiar al rebaño hacia pastos secos. No nos podemos conformar con un trozo de pan cuando nos están quitando la vida gota a gota.
"Si grito, oírme;si hablo, escucharme;si me callo, estaré muerto o habrá llegado el día que llevo profetizando desde hace casi dos décadas".
Agarraos bien los machos.
Brisa, siento la brisa rozar mis pupilas mientras la sal reposa en mis mejillas.
A veces a lo lejos llego a avistar la tierra de nuestros antepasados, estoy tranquilo, creo que estoy cerca de lo que nunca encuentro.
Me abrazo a la tenue luz de alba, con su frescor, con sus bellas caricias, y giro la mirada hacia el Este, esperado sentir el viento sobre mi espalda.
Sueño, creo que estoy despierto pero en verdad sueño.
Retorno a mis huellas de sur, aquellas que seguramente no me hicieron más feliz, pero que tampoco me volvieron más gris.
Y veré brillar dos estrellas junto a la Luna, y ese ha de ser mi camino.
Y de que va esta canción:
En el valle del destino,
y a lo largo de su río,
en un Otoño muy frío
un hombre va y se murió.
Cuenta esta vieja leyenda
que caminando malherido
le dejó carta al olvido,
le susurró al oído a Dios.
Pero un viejo campesino
que guardaba sus aperos
dice que contaba un verso
sobre un viejo trovador.
Aunque el viento impedía
escuchar con garantías,
palabras entrecortadas,
los sonidos de su voz.
Algo así oyó que decía:
"Detrás mía viene la vida
pues la muerte me dejó
arropado de dolor.
Cuidado con osadías,
no digas palabras vanas,
pues el tiempo terminó.
No mires atrás lo andando
ni creas haber soñado
pues esto ya se acabó.
Sin resignación ni ira
le quite sus ropas negras
y desnuda se quedó.
Era la mujer más bella
que encontré sobre la tierra,
sonrió y se me abrazó."
Y sobre el camino negro
de pisadas de infortunio
con el río de escenario
el hombre va y se murió.
Y los niños a la escuela,
estos días de verano,
van cantando la leyenda
de uno que al morir vivió.