lunes, 21 de septiembre de 2009

Asco

Fuerte palabra para hablar de lo que siento en este instante, no encontré ninguna palabra mejor para con cuatro letras decir todo y no dejarme nada en la recámara.

El regreso de la serpiente y el baile de los lobos alrededor del fuego de la mentira me lleva a negar la evidencia: todo esto es un asco.

Se que la influencia de la envidia pasajera enloquece mi cordura. Traicionera verdad que nunca quiero aceptar.

Si todo es mentira, para que sufrir por nada. Y mientras tanto, el camino se emborracha de lodo y apenas puedo ya caminar. Sufro cuando no veo el mar, y el brillo de la sal sobre los brotes de las pequeñas olas que llegan a morir a mis pies, de dónde habrán partido y qué méritos habrán hecho para acabar así.

Suerte perruna al cuadrado, quién quiere esta suerte pudiendo tener desgracia.

Asco.

martes, 8 de septiembre de 2009

La penúltima

Siento como la ruina me acaricia las manos mientras me susurra al oído palabras de infelicidad.
Veo como la verdad hace que el dolor se vuelva insoportable en tiempos de penuria.
Y el Sol, que os voy a decir del Sol, viene y va sin dar cuentas a nadie.

Tras perder la última batalla con la razón como lanza y la obviedad como escudo creo que debo cambiar de bando, siempre caballo perdedor.
Después de reflexionar mucho (unos tres segundos) estoy más seguro que nunca que debo acampar en los prados de la falsedad, si es que queda sitio para mi, porque según parece el lugar está completo.

Indago, miro, pienso y me doy cuenta como pierdo el tiempo, seguramente habrá mejores formas de hacerlo, o no.

En la lagunas de la soledad, entre el valle de la tristeza y las sombras de la alameda del infortunio, duerme mi alma.

Mil historias he contado ...

viernes, 4 de septiembre de 2009

Viejuno

Me llegó un recuerdo a la memoria, como un rayo que atraviesa mil montañas. Y de repente el tiempo se detuvo, ¿cómo podía haber pasado tanto tiempo si parece que fue ayer?.

El miedo me hablo
de la vieja canción
que envuelve mis sueños.

La luz de tu voz
no me acarició
para volverme sereno.

Y creo que al Sol
le debo el dolor
de estar siempre inquieto.

El cuento sin fin,
narrado por mi
a cada momento.

Doblé la esquina
y vi que el ayer
se fue entre mis dedos.

Y ahora al pasar
por el viejo bar
no oigo el latido
de aquella verdad
que vi macerar
cuando era yo niño
a orillas del mar.

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- Un café solo, de los que tu sabes.
- ¿Con hielo?.
- Si, y una baraja y unos chinos.
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