miércoles, 4 de abril de 2012

Utopía de tristeza

Hoy hablando con mis entrañas, la parte cruda del alma, hemos llegado a la conclusión trivial que sin utopía no tenemos camino por el que luchar. Sin utopía estamos perdidos en el lugar donde varados quedemos, donde moriremos sin respirar.

Es triste tener que soñar para poder avanzar, no vale con vivir lo dado, es necesario creer en lo imposible, y aunque jamás vaya a hacerse realidad, será el impulsor de los delirios que se ahogan hoy en el umbral de mi soledad.

Sólo tengo un sentimiento que es difícil de explicar con palabras y fácil de explicar con una mirada al que lo quiera entender. Infinita tristeza sumergida en el amargo sabor de ese vaso de ginebra, enfriado con cobardes profecías y aderezado con el agrio limón de la razón, que me invita a morir por siempre despierto y me deja soñando con el devenir infinito que ningún sentido tiene y a vivir en mis pesadillas los cuentos que jamás escribiré.

Utopía yo te destierro a morar por siempre en mi pecho, para que en las horas sin luz hagas vagar mi vida por las tierras que no he de pisar en vigilia, tu serás la pesadilla de mis sueños, pero al fin y al cabo mi única esperanza.

Letargo perpetuo de espirales inconclusas que me robas el aire al pasar, yo te veneró, no tengo otro santo al que rezar.