martes, 10 de julio de 2012

El último borracho

Dando tumbos por el arcén de la vida va la triste silueta del último borracho. Un hombre herido en mil batallas, un hombre pérdido en la espesa nube de pesares que ciernen sobre su ser.

Sentado sobre el puente de la miseria, el que precede a la tercera curva del antiguo camino hacia la desesperación, allí y sólo allí, puede permanecer sentando sin apenas sentir.

Caminante del destino,
vieja sombra del olvido
que hoy caminas descalzo
 por esta senda de espinos.

Ánima de la torpeza,
que con los ojos cerrados
esperas que la pereza
sea tu bien aclamado,
en este bosque de sueños
que duermen bajo tus manos.

Labios que cien mejillas se atrevieron a rozar.
Dedos que acariciaron las formas del conocer.
Ojos que no superieron mirar para no ver.
Sonidos que entristecéis el bello olor de la miel.
Perfume de la agonía de este triste amanecer.

Cinco años son, quisieron ser y serán ese número impar, primo, y sin remedio, triste y fatal final de la niña que se fue por querer mirar el mar y del hombre que escapó cabalgando en la ciudad.