jueves, 16 de agosto de 2012

Así pasan los días ...

El último suspiro de mi vida será el instante final donde me abraze a la cordura.

Ando con sigilo entre sombras, sin intentar ser visto ni oido, pero siempre soñando con ser escuchado.

Nado entre brumas y olvidos por no dejar nunca atrás lo que he recordado.

Guardo en la troje el buen vino que deberá ser bien acompañado. Reservo el sótano al destino que habrá de guiar mis pasos.

Perezco, fenezco, muero, en cada segundo que pierdo gano unos mil lamentos que llevar sobre mi almohada cada noche, cuando duermo.

Y así pasan los días del más mortal de los muertos.

Hoy condeno a muerte al eterno criador de cuervos. Cuando de nuevo comience todo al girar y rodar, seguirá anidando en mi alma el sueño del despertar, aunque hoy muera en calma a orillas de la verdad.

jueves, 9 de agosto de 2012

El último jinete

Hacia medio siglo que el amigo de Govinda dejo de interpretar los sueños de la vida. Ese mismo día, hoy sin ir más lejos, el barquero cruzó por última vez el río.

Ya sólo en mis recuerdos podré ver al jinete que monta a Silencio trotando por la serranía de Ronda, trabuco en mano, con la manta echada en el hombro. En su alforja siempre un trozo de pan y una bota de vino. Sólo su navaja conoció más hombres que yo conoceré en toda mi vida.

Cabalga por siempre, allá por donde vagues que el murmullo de cualquier riachuelo te recuerde que soy de los tuyos.


viernes, 3 de agosto de 2012

Leviente

Un hombre en su sano juicio
sólo puede desear
sentir el placer de mirar
el frío elixir dorado y
al zumo de verduras
que juntos hacen llorar,
y adormecer la cordura,
entre los límites que separan
la cruz de la rota luna,
allá en orillas del mar
que une dos viejos mundos
que algún día se habrán de juntar.

Y soñaba el trovador con poder cantar el cuento.
Y vivía el soñador por poder morir despierto.
Y el eterno caminante que vaga sobre las dunas
pisa la arena sabiendo que no dejará marca alguna.

Nunca se abrazarán.