Por llegar antes me arrebataste el placer de observarte.
Si el amanecer fuera otro quizás, y sólo quizás, el trovador podría seguir alimentando de historias los oscuros rincones de vuestras mentes.
Es el precio del eterno narrador de sueños inacabados y de cuentos inconclusos.
Una última oración por el lamento perpetuo del viejo ermitaño.
Amén.
jueves, 13 de octubre de 2016
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