Vi tanta que me abrumé.
Miré a poniente y recibí sus caricias más deseadas. He regresado y volveré.
Feliz viendo felicidad, cotento percibiendo alegría. Nunca pensé que enumerar cada granito de arena fuese tan fácil. Arena soñada por los romanos y por mi.
Sólo pido una barca para sentarme sin más a contemplar tu reflejo en el cielo y en la mar.
Ojalá que los devoradores de sueños no estropeen éste, va siendo uno de los últimos que me quedan.
Otra Caipirinha, por favor.
martes, 5 de agosto de 2008
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