martes, 9 de febrero de 2010

Ni te cuento

Simplemente veo sombras donde tú ves resplandor.

Veo ciénagas de incertidumbre en las dormidas aguas de mar de la tranquilidad.

Percibo extrema maldad en la bondad de los hombres.

Siento que me abrasa el ardor por tomar la razón como guía mientras tu ni siquiera te molestas en intentar farfullar.

Siempre nadando contracorriente, siempre caminando con el pie cambiado, siempre hablando y callando a destiempo.

Seguramente debo padecer ceguera imperceptible, además de una rara enfermedad que me produce pensamientos disueltos en agua de sal, estrangulación de la entrañas por excesos inconfesos, mal de altura cuando subo simplemente un escalón.

Realmente vivo en contradicción interna y externa, y esto parece que tiene difícil solución.

“Vivo sin vivir en mi” poca cosa, ni te cuento. Habla el ser que malvive en el sinvivir.

... no te preocupes que yo me acuerdo ...

martes, 2 de febrero de 2010

Luna Nueva

En mi humilde opinión todos tenemos la obligación de escribir en alguna ocasión a lo largo de nuestras vidas una canción a la luna.

Citada en casi todos los poemas, guía de nuestros pasos desde que nacemos hasta que morimos.

Hermana pequeña del Sol, odiada por la estrellas, querida hasta la extenuación por el eterno divagar de la mar.

Yo que en tu ausencia he logrado perder la razón y en tu presencia el habla, te reclamo como hija predilecta de mi alma y de las vagas líneas que puedan recitar mis dedos.

Sin lugar a dudas mi canción siempre irá para la Luna Nueva, aquella que me dejó ver más allá de tu mirada, y descubrir en la curva del olvido los horizontes lejanos del conocimiento y del sentimiento, acompañados por la Rubia y por María.

Gracias Luna, por no existir cuando más lo necesito y por alumbrar mis pasos cuando el miedo agarrota mi corazón.

lunes, 1 de febrero de 2010

Inundado de tristeza

Ahogado en la pena cruza la mirada con el suelo de su vieja alcoba. Aquella en la que su niñez soñaba mirando el cielo de madera que cubría su morada.

Sí se puede estar peor, y hoy se ha cumplido con creces la profecía.

Nunca pensé escuchar una palabra que calase tanto en las entrañas de la tristeza, que ahondará hasta las raíces de la pesadumbre.

Se acabó el aire que debía respirar. De corazón, lo siento.