jueves, 28 de abril de 2011

Sin pena ni gloria

Duermo hoy entre amargos oradores que me llevan a despreciar el sonido de las flores que lucen en primavera igual que sueñan mis ojos con la siembra pintada de rocío que baila cerca del río con el alba de mi antigua aldea.

Recostado entre las montañas miro con pasión la calma que me escuchaba en silencio, soñando con las estrellas y con los bonitos relatos que pronunciaban las voces de las almas sin reclamo.

No pude andar esta vez entre encinas y olivares, no pude mirar ni ver, ni escuchar ni oír, sólo pude contemplarte distinto de como te vi allá por los años en que las avispas se acordaban de mí.

Esperemos que en la próxima el tiempo se acuerde de no marcar mis pasos.

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