lunes, 11 de junio de 2012

Desdicha cruél

Según surge en conversación con el maestro de la muerte, el único que cada día muere una y mil veces sin alcanzar el ansiado descanso de este penar infinito que nos envuelve, surge la reflexión que ni siquiera alcanzo a recoger en mis manos un par de segundos que sean únicamente míos para poder morir con tranquilidad.

Puede haber desdicha más cruél que no tener tiempo ni para morir, creo que no. Sólo una sonrisa a tiempo podrá salvar al más mortal de los humanos, al último visionario ciego.

Saciado de incertidumbre,
borracho de la verdad,
sólo puedo empuñar la botella
que haga mi vida más triste
y que de pena muera al soñar.

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