Encuentro en ocasiones al silencio como el mejor de mis aliados.
Si pudiera aprender de mis intentos vanos de enseñar a quién nunca jamás aprendará ganaría un tiempo necesario para sobrevivir sin odiar.
Harto de los que todo lo saben, y de los que todo lo quieren saber. Harto de mí.
Se ahoga mi alma en la charca de los sueños. Mis cuentos ya no son el salvavidas que antaño a buen puerto me hizo llegar.
Otra vez todo me sabe a amargo, otra vez sueño con rozar la sal.
Claqueta perpetua que marcas mi despertar te ruego que apagues tu fuego en las aguas de la soledad.
Fuser, ¿dónde estás?
jueves, 12 de marzo de 2015
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