miércoles, 20 de mayo de 2009

Respira ...

Los azares del destino han llevado a encontrarme en el albor del día con el duende. Le he visto extraño, distante, silencioso, opaco. Siento que sólo respira por miedo a no respirar, me duele la resignanción de sus ojos, me abrasa el dolor de su alma.

Tantos inviernos sin encontrarnos, tantas noches sin su mirada. Aún recuerdo aquellos días perdidos ya en los rincones de la memoria cuando la bola entraba en el gua, cuando la chapa corría por la arena, cuando volaba la peonza y soñabamos con el fichaje nº 35. Dónde quedaron tus sueños, duende, dónde olvidaste tu lugar. Siempre pensé que recorrerías de nuevo Sierra Maestra, ahora ya se que no.

Antaño lleno de luz, y hoy conforme con reír los cuentos de otros. En qué punto del camino miraste hacia atrás y perdiste la guía que a ningún lugar te debería llevar.

Imploro al rey de los barbechos, jefe de las tres rutas prohibidas, que traiga su ejército a mis puertas.
Reclamo al dios de las promesas, señor de la fruta prohibida, que lleve a sus legiones al templo de Yerushalayim, lugar del que nunca debieron partir.

A partir de aqui, que empiece la batalla final, la única que tendrá un ganador. Si el miedo se alza con la derrota, la victoria será la recompensa que dejaré a la generaciones futuras.

"Abro la puerta y veo la hoguera susurrar.
Elevo la mirada y descubro en la penumbra al Fuser con la mirada llena de paz, esto me deja sereno. Ahora se que lo mejor está por llegar.
Cierro la puerta con sigilo y al girame veo la sombra de la hoja alargada y curva en el cieno, le digo que no me espere despierto, que aún tengo caminos que andar."

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