martes, 2 de febrero de 2010

Luna Nueva

En mi humilde opinión todos tenemos la obligación de escribir en alguna ocasión a lo largo de nuestras vidas una canción a la luna.

Citada en casi todos los poemas, guía de nuestros pasos desde que nacemos hasta que morimos.

Hermana pequeña del Sol, odiada por la estrellas, querida hasta la extenuación por el eterno divagar de la mar.

Yo que en tu ausencia he logrado perder la razón y en tu presencia el habla, te reclamo como hija predilecta de mi alma y de las vagas líneas que puedan recitar mis dedos.

Sin lugar a dudas mi canción siempre irá para la Luna Nueva, aquella que me dejó ver más allá de tu mirada, y descubrir en la curva del olvido los horizontes lejanos del conocimiento y del sentimiento, acompañados por la Rubia y por María.

Gracias Luna, por no existir cuando más lo necesito y por alumbrar mis pasos cuando el miedo agarrota mi corazón.

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