martes, 8 de febrero de 2011

La vieja encina

Inocencia perdida en los difusos límites donde la memoria no puede excavar.

La mirada de un niño varada en el tiempo no refleja las huellas que marcará en su futuro. Nada hace presagiar ningún atisbo de desnudez mental, nada hace sospechar lo que depararán los años venideros.

Sentando bajo la vieja encina de copa ovalada, soñando con el divagar de las estrellas en la inmensidad de los sueños, atrapado en la libertad que nunca jamás volverá a visitarme, allí me encuentro.

Hoy, sin ir más lejos simplemente porque no sabría a donde ir, creo que nada está escrito, que nada es fruto de ningún plan, al igual que nada es explicable ni lo será jamás.

Cuando una gota de lluvia cae sobre mi mano mientras viajo por el camino de la fantasía, empiezo a sentirme mejor, comienzo a respirar sin dificultad.

No olvidéis que os necesito ...

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