miércoles, 2 de febrero de 2011

Estupideces al alba

Se abre paso la luz en esta fría mañana y cuando menos infeliz estaba, estable dentro de la gravedad en este purgatorio, llegaron los malditos bastardos a denegarme la tranquilidad.

Hoy, un día cualquiera de este invierno jodido, igual que los últimos años, sólo me queda escuchar solemnes estupideces escupidas de las bocas de los peces. Leonard, Gin y Faldo juntos son insuperables e inaguantables. Me fascina que el mundo pueda girar, que el Universo se quede impasible, que la entropía mágica que todo los trastoca no quiera equilibrar esta desigualdad extrema, de un lado el viejo caballero oscuro, el hidalgo errante, y por otro lado los gnomos del desprecio a la inteligencia y la razón.

Si hubiera Dios en la tierra, si al menos Truman se cansará de la gran broma que ha montado en este viejo teatro, tendría algo por lo que soñar, un esperanza por la que vivir, un rayo de ilusión por el que luchar.

Si esto no es demostración de que todo es absurdo, es que nada en esta vida se pueda demostrar.

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