martes, 15 de abril de 2014

Amargo sabor a derrota

Entiendo por no entender que el hombre lucha únicamente por saber como terminar con el hombre.

Avances científicos, milagros tecnológicos, todos ellos en el fondo nos dirigen sin remedio hacia la puerta de la inexistencia. Tengo claro que esto es imparable pero no me puedo resignar, debo al menos llorar por el fin de la especie más dañina que piso nunca el planeta azul.

En el último suspiro del último hombre éste verá pasar toda la historia de la humanidad por delante de sus ojos y verá que por cada acierto vinieron mil desatinos. Cada bala perdida mato a cientos de miles de hombres, daño colateral lo llamaban.

Y mientras tanto, yo, único ser humano que tiene la seguridad de no pertenecer a este mundo, contaré la destrucción del sinsentido de la vida desde la ventana de mi desván, esa que mira al Sur.

Pocas veces una historía fue tan mal contanda que cientos de años antes de llegar a su fin se sabía de antemano el desenlace final de la misma.

Mientras tanto le regalo hoy, y sin que sirva de precedente, una sonrisa al viento y una esquirla de silencio a la soledad.

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