viernes, 25 de abril de 2014

El cieno de la vida

Mala imagen la que debo dar a simple vista cuando todo el mundo piensa que me pueden mentir sin más, con pobres adornos y cuentos sin final. Saltan de historia en historia, de fábula en fábula, de palabra en palabra, y deben imaginar en su nube de ilusión que yo alguna vez perteneceré a las mil y una tonterías que debo escuchar cada día.

Si alguien en su interior pudiera vislumbrar siquiera lo que me importan las burlas vestidas de novela de paja, todo me duele pero nada me hiere aunque poco a poco me vaya desangrando en la desidia de la incompresión donde habito, donde sueño.

Marchito en mi divagar eterno me doy a la bebida de la amargura. Parece ser que no soy capaz de encontrar el camino de regreso a la tranquila soledad del murmullo de la siembra al recrear mares de ilusiones y voces de libertad.

Renuevo hoy mis votos de resentimiento contra lo vivo y lo muerto, contra la suerte y el tiempo, contra las luces del faro que una vez me señalo la senda del infortunio donde al menos yo era yo.

"Y sentado en la piedra mira las ranas saltar sobre el cieno de la vida, todo es bello, huele a paz".





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