lunes, 26 de febrero de 2007

Ayer mañana

Hacia mucho tiempo que no se me pasaba por la cabeza la ganas de seguir adelante.

Me sentí perseguido por las plumas, con sus puntas cerrando mi camino. En la vuelta al hogar, el rebaño de borregos me quitó finalmente la ganas de respirar. No tuve mi mejor tarde.

Menos mal que en la mañana he visto a la vida en el nido, mi único destino.

Empieza de nuevo el penar. Para saber que la vida se pierde en el transnochar de la luces olvidadas, al entrar y pasar la octava puerta del hangar de las paredes grises y de las palabras vanas.

Otro día más en la cueva del olvido.

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