martes, 31 de julio de 2007

La historia más triste

Hoy he de exprimir la más triste historia que se puede ni siquiera nombrar.

En los parajes donde se pierden los destinos, la más cruel de las suertes se llevo hacia el reino de la muerte al más vivo de los hombres.

Nada podía presagiar tal acotencimiento cuando en la boda de la princesa, sentados en la mesa redonda, conversabamos de lo divino y lo humano. Y él con autoridad, miraba a sus bellas rosas para poder contener la bravura desbocada propia de la niñez asomada, y que con risas jugaban a coger el palo rojo y salir del laberinto, liberando así su enojo.

Hombre inquieto por natura, cabalgó por la llanura, libre como el viento, sin saber que la luz negra le esperaba sin lamentos. Todo paso en un instante, en un solo momento.

Miles de gotas saladas, infinito sufrimiento. Ver a su vida tirada toda vestida de negro, a sus padres sin sentido, a su hermano sin hermano, demasiado sufrimiento.

En mi persona sufrí, quizás el peor momento, cuando el orador de metiras gritaba cuentos al viento y entró la vida sin vida con los nombres de sus hijas sobre el cielo del silencio.

Recordemos lo más bello, cuando en la linde del rio jugabas a cirujano con un junco en una mano.

Recordaré por siempre sentando en aquella fuente a la espera de tu llegada en la primera escapada. Sobre tu bicicleta cabalgando por los reinos de La Mancha , tus mil y una jugadas, aquellos días con suerte.

Hoy sólo me sale decirte hasta siempre

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