lunes, 13 de agosto de 2007

Rapenar

Siempre hice todo lo que pude, siempre hago todo lo que puedo. Parece ser que nunca es suficiente.

Qué extraña astilla de mis gloriosos pensamientos daña cada una de mis más bellas intenciones.

Tendré que sumerguirme en los albores de tiempo a encontrar en que momento se lastimó mi razón. No puedo creer que haga tanto mal el intentar que todos sean felices, aunque sea en brevísimas dosis.

Sin querer ser visionario, llegarán los días en los que sólo intentaré pensar en mi. Mejor me irá, seguro.

¡Maldita enfermedad! Pensar y encima intentar razonar.

Tristeza infinita, cuando al ver amanecer vislumbras que nada de lo que hagas o digas valdrá o se tendrá en una mínima consideración.

Seguid con vuestras suertes encontradas en el fondo de viejos barriles de roble, yo seguiré penando en las pantanosas aguas de mis sentimientos.

Hermoso amanecer
perdido en la otananza,
horizonte del sentir
que me llevas a llorar,
que me llevas a morir.

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