Otro examen se avecina. De nuevo a pasar por el detector de los deseos incompletos, a ver como han evolucionado las acciones no realizadas, quizás irreversibles. Esperemos que todavía quede un hueco para la cobarde rectificación.
He vuelto a fallar como persona y como ser humano. Y mira que me esfuerzo por no traicionarme, pero es superior a mis fuerzas.
Baúl de ilusiones sin fondo y de esperanzas inacabadas.
Asumo el veredicto final: culpable de los miedos absurdos que invanden el mar de temor donde nado cada día.
Perdoname DUC, porque el tiempo no me va a perdonar.
¡Qué las luces negras que marcan las lindes de mis despertares apunten alguna vez hacía adelante!
Suplico desde aquí al Duende, que me de algo de lo que se llevo. Él sabe bien de lo que hablo.
martes, 18 de marzo de 2008
jueves, 6 de marzo de 2008
El Duende
Hoy presento en sociedad al Duende. Su verdadero nombre (o eso dice él) es Francisco Drago de la Serna. Será el nuevo miembro de esta familia inexistente. Hijo pródigo que vuelve a casa después de varar en la mar durante más de una década.
Marinero sin escrúpulos. Truhán, bucanero, corsario y malhechor. Amigo de ningún mortal y persona non grata allá por donde pare. Tiene puesto alto precio a su cabeza en los rincones más lejanos del nuevo mundo, del viejo mundo mejor ni hablar, hace años que no pisa suelo europeo (exceptuando su pequeñas incursiones en Baelo).
Algunos dijeron de él que podría incluso ser el Conde de St. Germain, pues fué visto a la vez en un velero bordeando Avarua y sentando en un café enfrente del Malecón, en la Habana.
Es díficil dar una descripción fiable de su persona, ya que sólo le he visto una vez, y de esto hace ya mucho tiempo, saltando la valla de la venganza y la osadía, en el antiguo pueblo fundado por los cobardes carpetanos. Fuentes fiables me han confensado que ha cambiado mucho desde nuestro encuentro. La vida nunca le mostró gratitud y él desde luego jamás se ha arrodillado frente a nada ni nadie.
Personaje entre los personajes, quizás algún día le de por escribir la memoria de sus viajes allá por donde se juntan los océanos, donde las tierras tocan el cielo, donde las selvas ocultan la vida.
Bienvenido al hogar de los silencios, salón de juntas del club del último amanecer.
Marinero sin escrúpulos. Truhán, bucanero, corsario y malhechor. Amigo de ningún mortal y persona non grata allá por donde pare. Tiene puesto alto precio a su cabeza en los rincones más lejanos del nuevo mundo, del viejo mundo mejor ni hablar, hace años que no pisa suelo europeo (exceptuando su pequeñas incursiones en Baelo).
Algunos dijeron de él que podría incluso ser el Conde de St. Germain, pues fué visto a la vez en un velero bordeando Avarua y sentando en un café enfrente del Malecón, en la Habana.
Es díficil dar una descripción fiable de su persona, ya que sólo le he visto una vez, y de esto hace ya mucho tiempo, saltando la valla de la venganza y la osadía, en el antiguo pueblo fundado por los cobardes carpetanos. Fuentes fiables me han confensado que ha cambiado mucho desde nuestro encuentro. La vida nunca le mostró gratitud y él desde luego jamás se ha arrodillado frente a nada ni nadie.
Personaje entre los personajes, quizás algún día le de por escribir la memoria de sus viajes allá por donde se juntan los océanos, donde las tierras tocan el cielo, donde las selvas ocultan la vida.
Bienvenido al hogar de los silencios, salón de juntas del club del último amanecer.
lunes, 3 de marzo de 2008
Nuevo mundo
Inundo mis sueños de malas profecías escritas por la vida a cada inspiración que doy. Nada sobre la faz de la tierra recurre a mis palabras para hacer más llevadera esta eterna agonía: vivir.
Proclamo un nuevo mundo donde las flores nacerán hacia dentro de la tierra para que no puedan marchitarse por las pisadas salvajes de la avaricia.
Hoy más que nunca, pido al perigrino que regrese al hogar. Llamo a filas a los nómadas del desierto. Pido a trovadores y juglares que me acompañen para dar fé de las nuevas conquistas. El tiempo nunca será nuestro pero el momento debe arrodillarse a nuestros pies y suplicar por que perdure su memoria.
Desde las gotas de rocío que se posan como perlas de silencio sobre las hojas de ortiga, lleno el saco de lamentos.
Año cero. ¿Puede haber menos que nada?
Proclamo un nuevo mundo donde las flores nacerán hacia dentro de la tierra para que no puedan marchitarse por las pisadas salvajes de la avaricia.
Hoy más que nunca, pido al perigrino que regrese al hogar. Llamo a filas a los nómadas del desierto. Pido a trovadores y juglares que me acompañen para dar fé de las nuevas conquistas. El tiempo nunca será nuestro pero el momento debe arrodillarse a nuestros pies y suplicar por que perdure su memoria.
Desde las gotas de rocío que se posan como perlas de silencio sobre las hojas de ortiga, lleno el saco de lamentos.
Año cero. ¿Puede haber menos que nada?
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