miércoles, 13 de enero de 2010

El olor de la siembra

El viento de la madrugada invade la espera. ¿Dónde perdí el olor a siembra?, aquel olor que me cegaba en el atardecer y que atrapaba mis sueños de libertad.

Aún tengo grabado a fuego el serpentear del camino frente a mis ojos, y allá al fondo las montañas azules. Ojalá que nunca se borren de mi memoria aquellos días, porque al menos tendré algo a lo que agarrarme cuando esté cubierto de hastío hasta el cuello y sólo un vago recuerdo pueda decidir que todo valió la pena.

Y hoy, bajo el yugo de la soledad y con el eterno error de volcar en las palabras lo que sólo puede expresar una mirada, vuelvo a mirar hacia ti. Quizás todo hubiese distinto, pero ahora el camino se cubrió de maleza. Las zarzas y las malvas ocultan los pasos de los niños, los sueños de los hombres.

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