lunes, 4 de enero de 2010

Eterno navío

Deseo empezar a robarle sueños al recuerdo y volverlos a soñar. Quiero, con todas mis fuerzas, borrar de mi alma la ausencia de paz, pero soy consciente que ese es un camino no marcado en las páginas de la futura memoria que habré de guardar.

Se que se avecinan nubes de alegría en el cielo y eso me debe conducir, por mi bien y el vuestro, hacia senderos de serenidad. Difícil lo veo.

No puedo hacer lo imposible por su propia naturaleza, pero os prometo que en ocasiones lo intento. Guardar tras las cortinas de vuestros ojos éste vagar por la pena, es digno de retratar.

Y allá, en su mecedora azul, bajo el cuadro del eterno navío que surcaba los mares de Sur, fuma en pipa mientras con mirada perdida gira su cabeza hacia el extraño eco que hacen la brasas abrazadas en la chimenea. Su barba se torna plata con el brillo del fuego reflejado en la extraña soledad.

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