Se que esto que voy a decir es muy duro, pero no se debe intentar crear belleza en lo que no está destinado a albergarla. Lo siento, siento de verás quitar toda esperanza y abogar por la desesperación, pero al menos todos debemos tener derecho a agonizar dignamente.
No intentéis adornar mi ataúd con flores blancas porque lo único que conseguiréis es poner otro estorbo más en el que tropezarme cuando vaya a saltar por la ventana.
Ruego al amo del calabozo, y a su séquito, que ni siquiera me dirijan la mirada, aún menos la palabra.
Si no tengo ni siquiera derecho a morir, y yo no elegí la vida y una vez puesto aquí es ella la que va eligiendo por mí, digo yo que tendré derecho a observar el cuadro tal como es.
No busques sonrisas donde sólo vas a recoger latigazos de desprecio, te hará bien.
El eterno desesperanzador.
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