lunes, 9 de enero de 2012

Mala suerte, la mía

Si la mala suerte existe, que opino que no, que sólo existe mi mala suerte, la meteré en una botella de ron y la tiraré a la mar.

Lanzaré una plegaria a los vientos de sur para que sea llevada a los confines del mundo donde el viejo pirata la espera desde hace siglos.

De todos es sabido que mala suerte más mala suerte igual a mejor suerte que la mía, y eso es al menos consuelo de tontos. Esa es la última esperanza del viejo lobo de mar, mejorar su suerte a costa de la del cansado barquero que ser arrodilló sin llorar porque acabó con todas las lágrimas del firmamento.

Eterna luz del silencio que en mi boca tomas vida.
Eterna luz del lamento que cubres hoy mis heridas.
Eterno penar incierto por las dunas del silencio.
Eterno caminar perdido a orillas del mar Muerto.

Y las sombras cobran vida en el paraje desierto donde hinco hoy mis rodillas ...

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