Hundido, en las ramas del tiempo,
escondido sin ganas de aparecer ni en los libros ni en los cuentos, hoy abrigo
la esperanza de perder.
Te veo y se lo que miro. Te
observo y no se lo que puedes ser, la sombra de un ánima herida o una brizna de
mentiras al anochecer.
Desorientado como nunca, sin
camino como siempre. Paseante de la dudas, alma en pena de la muerte. Efímera
andadura por los reinos de poniente.
Yo que he visto flotar nubes
negras sobre brasas de amargura.
Yo que he visto cruzar desnudo
selvas y mil llanuras, llenas de mil y un peligros, llenas de mil aventuras.
Yo que todo lo veo y que nada
conozco me imputo la menor pena: una noche y dos días.
En cárcel de los cuerdos tendré
que morir en vida, ya que no quise morar en el reino de los tuertos.
Hoy te engaño pero no te miento.
viernes, 10 de mayo de 2013
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