jueves, 22 de agosto de 2013

Una mano delante ...

No necesito más ruido que el del caminar de mis pies cuando estoy dormido.

No necesito más silencio que el de las letras de mi sueños al golpear mis pensamientos.

Entre las náuseas del divagar que envuelve mis paseos matinales por los rincones perdidos y la oscuridad que se cierne sobre cada visita que hago al pozo de las sombras no tengo tiempo ni siquiera para llorar.

La cara aplastada sobre el muro de la realidad me tiene paralizado, sin poder de reacción ando muerto en vida, o más bien sobreviviendo en la muerte.

El recorrido hacia atrás nunca fue bueno y ahora es simplemente inhumano pero inevitable.

He perdido el don de observar, escuchar y encontrar. Ahora sólo me queda ver, oír y buscar, malos compañeros de viaje.

No hay vía ni carretera, ni siquiera camino o senda. Una vez más atravesaré los rastrojos descalzo y sin agua, sin aire y sin pan.

Espero que no me falten fuerzas para al menos soportar llevar una mano delante y sobre todo una mano detrás.

Gracias a todos por nada.


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