lunes, 11 de febrero de 2008

Pensamientos olvidados

Estoy viendo al tuerto guiñar el ojo y reirse. Observo al maño sentando sobre la siembra, recibiendo el cierzo como quien consigue un premio, cantando la canción triste. Y me volvió a tocar la jodida. De nuevo, sin llevar ni siquiera un boleto, si haber participado. El hombre del traje gris sacó mi bola del bombo.

Cuantas veces he de decir, que renuncio por siempre a esta suerte que no para de socorrorme cuando creo que me voy a enderezar.

Con nombre de mujer acudes a nosotros y con apellido destructor nos marcas, a fuego vivo. Y pensaba yo que las luces negras terminarían por apagarse, volví a pecar de inocente.

Otra vez a recorrer el sinuoso sendero de barro, y esta vez con vanas esperanzas perdidas de antemano. Según avancemos más díficil será andar por él. Esperemos que el tiempo no nos quite la osadía de pensar que lo superaremos, pero yo que ya voy sabiendo más por viejo que por otra cosa, me voy temiendo lo peor.

De tantas cosas no he de quejarme, pero es que me obligas a no parar de largar.

Sólo se me ocurre dejar que tu nombre haga sombra a la maldita. De momento, iré dejando un pequeño rastro de sal para que me podáis seguir, pues parece ser que esta vez el camino va a ser de los más jodidos.

Le suplico a la aurora boreal que me de la magia para no perder lo andado y condeno a Dios a muerte igual que él nos ha condenado.

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