martes, 3 de noviembre de 2009

Boina bajera

Esto ya huele ha mojado. El trágico despertar acompaña hoy al otoño en su mágico caminar.

El campo se va aclarando, los viejos robles se van y nuevos tallos se harán paso en algunos meses. Pero no es eso lo que más importa, ni mucho menos, pero importa.

Boina bajera, garrota alma de castaño, viejo abrigo roído por el tiempo, botos oscuros, cuerda que sostiene la cordura a la altura de la cintura, ahí va el viejo pastor de penas, antaño recolector de belleza y hoy, hundido en el barro, clava su mirada en el horizonte y aún recuerda, allá por los años de las avispas, sus paseos por la vida.

El viento ya no le vuelve sereno, y eso me preocupa.

Oigo al mar susurrar
allá en la lejanía
viejas palabras mías.

Oigo al cielo aclamar
en su inmensa altura
ecos de mi locura.

Y en el viejo cigarral,
oteando la Imperial,
veré a las calles llorar
por las pisadas pérdidas,
aquellas que no volverán.

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